«Comienzas
a tener “una cierta edad” cuando caes en la cuenta de que un día
más es, irrevocablemente, un día menos. ¡Gran descubrimiento,
molesta constatación!». Marcos Ordóñez, “Una cierta edad”.
Ahora
que me he aprendido casi todas las canciones de mis listas de
Spotify, me ha dado por los podcasts. Con el 20% de energía restante
que me quedaba después de la noche de San Juan, cambié las mil
excusas que me amarraban a la cama por unos cuantos motivos -entre
ellos, el sol -, disfracé el olor a humo con mascarilla y salí a
seguir explorando esta ciudad, que a veces me pone contenta y otras
me hace feliz (otro motivo que derrotó a la resaca).
Metí
en la mochila mi libreta de hojas blancas y un bolígrafo, porque,
cuando duermo poco, divago mucho más. Tengo resacas creativas y es
porque mi cerebro no conecta bien los conceptos que tiene automatizados. En realidad, esto suele ser
siempre así, porque si tengo una inteligencia seguro que no es la
lógico – matemática. Por eso, después de haber trasnochado,
llevo siempre encima este escupidero de pensamientos encuadernado que
me traje de Egipto.
Iba
escuchando el podcast que menciono al principio de este texto.
Alguien dijo que, a partir de cierta edad, caminas entre dos lugares,
el presente y el pasado, que continuamente te va la memoria hacia
atrás y ahí están ellos, los que se han ido. Yo imaginé a un
montón de gente, los que se quedaron en donde pertenecían,
saludándome desde abajo y mirando con ojos de nostalgia. Otra vez me
di cuenta, no eran un montón de personajes secundarios, era yo
saludándome, o despidiéndome y la verdad, me alegro de haberme
visto multiplicada y a pequeña escala, como mera observadora, como
si las vidas que ya no son mías fueran ya pura ficción. Recuerdos
en diferido. La memoria, de hecho, es pura ficción porque ¿quién
se puede fiar de los recuerdos? Reconstruimos el pasado a nuestro
antojo, magnificamos los buenos y eliminamos los malos para que no se
nos haga tan insoportable el paso del tiempo. Esto no es algo que a
mi me agobie en particular, será un acto de rebeldía sin causa, o
que he vivido tan deprisa hasta ahora, que mi alma no ha tenido
tiempo de envejecer y entonces voy a destiempo. Mi reloj biológico
es de arena y verlo medio vacío es, en este caso, una señal
positiva de que lo estoy haciendo bien porque hace caer un suave hilo hacia el otro lado con mucha calma y sin derramarse. No se si hacerlo "bien" o hacerlo "mal" es hablar con propiedad pero, desde luego, lo estoy haciendo
“yo”. Sigo siendo mil veces más feliz tirándome a reír en medio de la plaza del ayuntamiento (aunque no entienda los chistes a la primera) que ponerme a hablar de hipotecas. Será por eso que no me he encontrado ni una sola cana.
Radio 3, Efecto Doppler: http://www.rtve.es/alacarta/audios/efecto-doppler/efecto-doppler-cierta-edad-marcos-ordonez-22-04-19/5159829/
Radio 3, Efecto Doppler: http://www.rtve.es/alacarta/audios/efecto-doppler/efecto-doppler-cierta-edad-marcos-ordonez-22-04-19/5159829/