domingo, 18 de mayo de 2008

Mundos aparte

Si el interior de las personas pudiera exteriorizarse, Lidia sería una de las que más llamaría la atención por la calle.
Actúa como una persona normal. Casi todas las mañanas se levanta, desayuna, va a clase, vuelve, come, estudia, sale con sus amigas, vuelve a casa, cena y se acuesta. Pero esto sólo demuestra, que su verdad aparente no es más que el disfraz de su esencia.
Lo que en realidad ocurre en su mente, es tan peculiar como imperceptible.
Cuando se despierta, Lidia piensa: tal vez este sea “el dia”. Y el resto de la jornada corre a cargo de su imaginación.
La gente normal va por la calle mirando a la masa como quien mira un rebaño de ovejas comportándose todas de la misma manera. Pero ella, puede ver a través de sus pequeños ojos verdes todo lo que es imperceptible para los del resto. Se da cuenta de los valores que realmente hay que apreciar y, prejuicios a parte, se fija en aquellas cosas que a nadie llamarían la atención. -“Parecen todos muy buenas personas, mira la manera en que hablan”-.
Antes de que yo pregunte, ella ya está contestando. Y es que por muy reservado que sea alguien, sus infrarrojos son lo suficientemente potentes para fulminar cualquier cáscara anti-exteriorizante, por muy dura que sea.
Pero una de las cosas más importantes es el poder sobrenatural de su imaginación. En una fracción de segundo es capaz de reconstruir una historia ficticia que su mente crea para resolver alguna de sus dudas. En ese momento, su cerebro se apodera de ella y comienza a ser absorbida por algo que ella misma ha inventado. Un director de cine tiene menos capacidad para desarrollar el guión de una película.
El problema empieza cuando alguien formula una pregunta y ella contesta “pues no lo se pero me imagino que...y termina con…pero vamos, seguro.”
Lo más curioso es que no muchas veces se equivoca, y cuando lo hace, debe sentir algo muy parecido a lo que sienten los hipnotizados cuando oyen el chasquido de los dedos que les trae de vuelta a la realidad.
Lidia sueña con una utopía: que todas las personas miren más allá. En fin, a mi modo de ver, que sean como ella.