El hombre, el artista, busca la realidad para apreciarla. Pero la realidad inmediata resulta vulgar y confusa, tiene que liberarla del tiempo y de su acción aniquiladora.
Y finalmente, cuando alucinado por la perfección de su técnica quiere conseguir una copia exacta, ella se evade y no deja en sus manos otra cosa que vacíos.
Entonces el hombre reconoce que ésta verdad perfecta no es mas que la armadura rígida, la cáscara que esconde la belleza que lo obsesiona:
*** Su verdad aparente no era más que el disfraz de su esencia
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