lunes, 24 de marzo de 2008

Capítulo II

Si esto es una condena que me digan cual ha sido mi delito.

Llevo instalado un microchip. Se activa cuando estoy en cualquier lugar y empiezo a notar su presencia. Entonces empiezo a temblar. Y siento que las piernas me flojean, y que un escalofrío me recorre entera.

No consigo recordar que falta he cometido, ni cual ha sido el momento en el que me instalaron el microchip para castigarme por ella. Pero tengo una ligera sospecha.

Un dia me encontré contigo, Eros. Y Digo Eros porque creo que es en él en quien pensamos, la persona en la que se encarna es sólo una manera de poder repartirse entre todos los que habitamos en la tierra. Sólo una forma física.

Un dia llegaste, abriste una herida y te fuiste. Mantuve esa herida cicatrizándose durante mucho tiempo, procurando que nadie pudiera volver a abrirla.

Fueron pasando los años y tu ibas tomando forma en otras personas, pero nunca llegué a interesarme demasiado por ti. Era cómodo estar contigo viendo una película un domingo por la tarde mientras llovía pero me provocabas la misma satisfacción que cualquier otra forma en la que pudieras mostrarte.

Un dia reapareciste con mas fuerza que nunca. Recuerdo despertarme al dia siguiente y ponerme a llorar, porque pensaba que no volverías a calarme hondo.

Decidí darte una oportunidad y funcionó. Pero te quedaste poco tiempo. Me hiciste devolverte todo lo que te había quitado. Yo nunca te habia correspondido como tu querías, excepto una vez, y decidiste hacermelo pagar. Para ello me instalaste el microchip que ahora llevo, y que tiene múltiples maneras de castigarme.

La peor de todas, es la de hacer que mi cuerpo tiemble como si una ráfaga de aire frio estuviera pasando por mi lado. Entonces no me hace falta alzar la vista para saber que estas a pocos metros. Y me giro y ahí estas, indiferente hacia todas mis sensaciones. Inconsciente, sin saber el cúmulo de escalofrios que en ese momento recorren mi cuerpo y nublan todos los puntos que alcanzan mi vista excepto el tuyo.

Es muy cruel que el microchip sea capaz de dominarme, anulando el resto de mis capacidades sensitivas, y haciendo que me centre solamente en encontrarte allí donde esté.

Lo segundo más cruel, es que cuando te encuentro y me acerco a ti, incrementas mis cualidades olfativas. Y tu olor se vuelve superior al del resto de la gente. Mi nariz se une a mi vista y también comienza a buscarte. Los demas olores se difuminan y sólo quiero abrazarte para sentirlo mas cerca.

Pero esta es la tercera crueldad, que me abraces. Porque ese momento es efímero y no eterno. Cuando comienzas a hacerlo, sé que en unos segundos terminará y tu cuerpo y tu olor se alejarán de mi.

Aun asi es increíble que casi pueda sentir lo mismo estando lejos. Que otros hayan intentado darme lo mismo durante meses y ni siquiera hayan conseguido acercarse tanto.

Eres caprichoso, eres el motor del mundo. Lo sabes, y por ello nos manejas a tu antojo. Haces que queramos quedarnos contigo cuando no tenemos motivos y casi ni te conocemos, y que te despreciemos cuando tú nos lo das todo.

Y ya no te soporto. Quiero que el microchip no se pueda activar hasta que acabe desapareciendo.

Puede que te hayas aliado con el destino y eso es lo que tenga que pasar, pero es cruel.

Esperare, pero contrarreloj. Porque el tiempo apremia y las decisiones están al filo.


***something happenned for the very first time...***

viernes, 14 de marzo de 2008

"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado."

Hay cosas que nunca cambian.

Los sentimientos nunca mueren, los enterramos en el recuerdo, pero consiguen salir a la superficie si notan que algo o alguien los reclama.

Es reconfortante esa paz interior que sientes cuando no eres la unica persona que conserva esos recuerdos que el tiempo ha trasladado a la parte mas interna de tu mente.

Saber que fuiste importante para alguien que lo ha sido para ti.

Que te puedes morir tranquila porque esa parte de tu vida ha estado llena, y nunca ha llegado a vaciarse.

Y es que no hay nada mejor que saber que has vivido algo tan grande que siempre perdurará en el tiempo y el espacio pase lo que pase. Y sientes que has aprendido, y que la vida vale la pena, sólo porque alguien ha sido para ti y tu has sido para alguien.

Seguimos vivos porque alguien nos recuerda con cariño.

***Sans toi, les émotions d´aujourd hui ne seraient que la peu mort des émotions d´autrefois***

sábado, 8 de marzo de 2008

Capítulo I

Era uno de esos momentos. Esos en los que, después de un largo dia de trabajo y esfuerzo, volvía a casa cansada. Resultaba irónico pensar que el mejor momento del día, aquel en el que pensaba por las mañanas al levantarse, era el de la hora de irse a dormir.

Soñaba continuamente, intentando hacer de la realidad una ficción elaborada por ella misma. Creía que podía desenfocar la vista y observarlo todo a través de otro cristal. Creía que podría crear una coraza alrededor de su cuerpo que nadie podría traspasar.

Cansada de ver que su vida real no era parte de su sueño, decidió quitarse la armadura.

Ahora estaba desprotegida, cualquiera podía herirla, dañarla, hacer de ella lo que quisiera.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que el escudo que llevaba puesto, no era mas que un reflejo de sus miedos a los que no dejaba escapar. Y de repente se sintió libre.

Nos aferramos a aquello que hemos perdido, queremos lo que no podemos tener, malgastamos nuestras fuerzas en seguir en un lugar que ya no es nuestro sitio, con personas que aunque fisicamente sigan ahí, hace tiempo que ya se han ido.

Obligamos a nuestros cuerpos a mantenerse inertes en un espacio cerrado.

Nuestros pies sienten ganas de moverse, y se frustran al darse cuenta de que no son ellos los que llevan las riendas.

Y al final de todo esto, el alma y la mente aun tienen fuerza para una última batalla. Pero el resultado de la guerra no llegará hasta el fin de los dias.

Un cúmulo de emociones le asaltaba cuando ya no tenía nada que perder. Cuando sentía que en un punto de su vida tal vez ya hubiera cumplido su funcion, y como recompensa, su mente comenzaba a abrirse. Como una ventana que llevaba cerrada casi 20 años. Ahora, ademas de la ventana, se había abierto la puerta. Y solo estaba en su mano decidir si la cruzaría o no.