Cuando llegué a Nueva York no podía ni imaginarme la suerte que iba
a tener. Este post no va a ir sobre la nostalgia de lo que dejo
atrás ni va a ser tan triste como la despedida que le dediqué a la
última vida que decidí cambiar. Este post quiere ser alegre, por
vosotras, por la ciudad, por un año de risas y a veces también de
penas bien llevadas porque nos teníamos de soporte. Construimos una
familia, fuimos un puzzle, el equilibrio perfecto. Un conjunto de
piezas bien armadas que siguen casando bien cuando se intercambian.
Leyre es la seguridad, vela por que no nos perdamos, por que las
cosas se encaucen y que cada plan que hagamos juntas salga bien. Es
también un abanico de emociones, que ríe y llora a la vez cuando
hace una semana que no nos ve. Es niña y adulta al mismo tiempo y
será siempre amiga, pareja, profesional y madre algún día, todo a
la vez sin que nada quede desatendido. Cómo me gustan sus abrazos a
las 8 de la mañana, traspasando energía.
Con Patri nunca me espero como voy a acabar el día, ella es ternura
debajo del flow. Tiene una imaginación gráfica capaz de dibujar
escenas surrealistas a partir de la imagen más rutinaria. Supe que
conectaría con ella cuando la escuché tararear la música de Mario
Bross al entrar en el metro y me dijo que imaginaba a la gente
moviéndose mecánicamente como dentro del videojuego. Ahora tengo
otra idea de la gente cuando la miro entrando y saliendo de túneles
grises. Patri los hizo verdes y rojos y van al ritmo de la música.
Ella pone color a la vida y vida a las cosas y no hay nada que no
pueda tener algo de gracia si lo ves a través de ella. Es una
perfecta pincelada para un día gris.
Marta, con su inteligencia emocional superdotada, es pura libra. Por
un lado equilibrio y sensatez, no hay nada que pueda ser blanco o
negro, todo podría estar bien, según lo mires. Es mediadora y
juicio justo, ella es a quien acudimos en decisiones importantes o
que no lo son tanto, porque es sabia y es temple. En Marta me vi
reflejada mil veces, sabe lo que es tener tristeza de todas las vidas
que no eligió pero sentir que las decisiones han sido sólo suyas y
que las ha exprimido al máximo. Aprecia una buena conversación
porque sabe que es lo que se llevará al final y siempre quiere
seguir aprendiendo. Ama la vida y se le nota cuando baila y se
apodera de la sala entera.
En cuanto a mi, espero haber sido calma. Que no es que nada importe,
si no que nada es lo suficientemente importante como para dejar que
nos estropee todo lo que está por llegar. Espero haberos dicho
cuanto os quiero y lo bonitas que sois las veces suficientes. Porque
si algo he aprendido de llevar tantos años una vida itinerante es lo
importante de dejar esto claro cada día, para que no llegue un día
en el que piense que no os abracé lo suficiente, que no os lo hice
sentir de verdad.
Claro que me da pena dejar Nueva York. Es, sin duda, la mejor ciudad
del mundo. Todas las culturas reunidas en una sola comunidad. Pero ya
no puedo seguir con las despedidas, ya me pesan demasiado y ya no
puedo permitirme echar raíces otra vez para arrancármelas al año
siguiente y que cada año que pasa se me caiga el alma a los pies. Ya
no puedo seguir con el oficio de ser nueva en esta o aquella ciudad.
Pero si vosotras aun no sentís que estáis lo suficientemente llenas
para volver -cada una a donde le pida el corazón- entonces seguid
aprovechando cada momento con esa energía que desprendéis y
contagiáis, para que sigáis haciéndole la vida un poco más bonita
a cada personaje de esta ciudad que se cruza con vosotras. Queréos
mucho, niñas, y que os vean bien caminar en esta jungla de cemento
que ya se rinde a vuestros pies. Estáis para que tiemblen las aceras
del gusto.
Nos comimos el mundo, nos bebimos la vida. Me voy con tristeza, pero
qué bonita es en realidad y que horrible sería marcharse sin pena
ni gloria.
Nos veremos en una segunda parte, en mi tierra prometida que os estoy deseando enseñar.
GRACIAS.
