Pasaba los dias en aquella habitación. Una caja de
Su parte material se volvió inexistente. Nadie la veía realmente, nadie tenía acceso a su habitación, ella no lo permitía.
Así construyó su santuario.
La ventana, única vía de escape para que sus ojos pudieran disfrutar de algo más que aquel espacio cerrado, sólo daba a un patio. Un patio con más ventanas detrás de las que habitaban más personas atrapadas. Pero aún no lo sabían.
Agobiada por la cárcel en la que se hallaba inmersa sin posibilidad de escape, su mente decidió emprender un viaje.
Se recostó en la cama y comenzó a soñar, aunque sabía que nadie comprendería el motivo de su evasión. Nadie entendería la metáfora que supone su habitación, y una crisis existencialista cargaría con las culpas.
En ese momento su cuerpo desapareció.
Las cadenas que la ataban se liberaron y su mente pudo viajar a donde deseaba.
Y empezó a ser libre.


