
Creo que lo que me ha impulsado a elegir mi carrera es mi curiosidad y mi necesidad de escribirlo todo. De hecho, también creo que he llegado a convertir este blog en una especie de confesionario.
Es una lástima que los blog sean los únicos espacios libres de coacciones e intereses. El periodismo es el cuarto poder de la democracia (los tres primeros son: poder ejecutivo, legislativo y judicial), se mueve entre la imagen romántica de vocero social y la de empresa comercial sin escrúpulos que recurre a cualquier medio para llamar la atención y multiplicar sus ventas.
La gente subestima a los periodistas. No hay nada que me parezca peor que al hablar de mi carrera, la identifiquen con la prensa rosa. O quizás con la amarilla sensacionalista. Yo no quiero ser periodista para estar el día de mañana sentada en el plató de un teleshow gritando con María Patiño y tirando a la basura el mínimo de integridad que pueda tener. Tampoco me gusta la prensa sensacionalista porque odio la idea de utilizar las desgracias ajenas para que tu nombre salga en el pie de foto de una imagen en la primera página del periódico más prestigioso.
Yo veo a los periodistas como un enlace entre el problema y la conciencia de la gente. Los corresponsales comunican en sus reportajes lo que han vivido en sus carnes y lo proyectan a través de sus ojos. Un periodista podrá escribir mil artículos sobre la guerra de Irak pero nunca llegará al corazón de alguien si no lo ha vivido realmente. El corresponsal se mete en la piel de los que sufren el problema. Y aquí me remito al texto del indomable Hill Hunting: Si te pregunto por la guerra, probablemente citarás algo de Shakespeare ¡De nuevo en la brecha amigos míos! Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a tu mejor amigo entre tus brazos, esperando tu ayuda mientras exhala su último suspiro.
Hay que convertirse en el protagonista de la historia, y para eso hace falta tener, además de un gran valor, un gran corazón. Dejo una cita de kapuscinski al final de éste texto. Él lo ha vivido, él os contagiará su empatía.
“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.” Kapuscinski
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