martes, 28 de abril de 2009

Recursos estilísticos

No me gusta escribir relatos en primera persona, porque aunque los considero mucho más personales, esa es precisamente la característica que hace que los lectores te los atribuyan a ti. La gente se hace una imagen de ti mismo cuando lee algo que escribes. No puedes contar la historia de un asesino comenzando por “agarré un cuchillo y le clavé tres puñaladas” porque se imaginarán que hay alguien en tu vida hacia quien tienes odio y esa es tu forma de proyectarlo, o una historia de amor que contenga frases del tipo “siempre supe que estaba enamorada de el”, porque todo el mundo le pondría cara a tus sentimientos.

domingo, 19 de abril de 2009

Praga

Las gotas de lluvia teñían de gris una ciudad de cuento de hadas.

Atravesando un puente debajo del que fluía un río donde nadaban los cisnes que se acercaban a comer de mi mano, podía verse, al fondo, un castillo iluminado por las luces que lo atenuaban.

Todo en perfecta compañía, dejando que mis palabras fluyeran sin ningún esfuerzo mientras se acercaba la noche y el frío praguense se acercaba a mi sin apenas darme cuenta.

Y lo dejo escrito para guardar en mi colección de momentos.

Gracias :)

miércoles, 1 de abril de 2009

Técnicas












Perspectiva y desenfocado.
No hay mejores técnicas para expresar puntos de vista.
Odio pensar que necesito a la gente y que dependo de ella para cualquier cosa por muy insignificante que pueda parecer.
Pero llevaba tiempo sin escribir, a pesar de que es una de las cosas que mas me gusta hacer, y lo que me ha dado animos para volver a teclear han sido un par de comentarios que alguien ha dejado en mi blog. Ironicamente he necesitado de alguien que no conocia en absoluto para reavivarme.
Tal vez uno no es del todo como cree.
Gracias.

Rarezas del tiempo

El tiempo convierte a los hijos en padres de sus padres.
Un bebe aprende a andar para olvidarlo o tener que dejar de hacerlo al llegar su vejez.
Vivimos para aprender y luego, con el tiempo, tener que olvidar.
Esperamos que todo pase rapido para conseguir llegar a un punto en el que queramos que todo se detenga.

Iba yo en un tren de camino a Venecia.
Me sentia muy contenta por aquello que estaba a punto de ver, pero la gente de mi alrededor se encontraba sumisa en sus expresiones diarias. Sus caras no expresaban nada nuevo, no habia nada en ellas que me pudiera provocar una sonrisa, nada que me pudiera hacer saber que alguien estaba sintiendo lo mismo que yo.
Habia gente leyendo el periodico, gente escuchando música... Cada uno pensando en sus historias, pero nadie parecia emocionado, todos inertes y subidos en ese tren que les llevaba al mismo destino al que yo me dirigía, pero sin un atisbo de emoción.
Me preguntaba si yo era demasiado diferente a ellos, si no tenia sentido que me palpitase el corazón por las ansias de ir a descubrir algo nuevo, o si era que la monotonía habia hecho que aquellos pasajeros dejasen de apreciar lo que les esperaba al final del trayecto.
Estaba sentada, pensando en lo diferentes que pueden llegar a ser las personas, cuando de repente pasó algo.
Llegó el atardecer, el sol se volvió naranja y el cielo se tiñó de un color rosa muy fuerte.
De repente todos los pasajeros giramos nuestras cabezas hacia las ventanas del tren, y no dejamos de admirar aquel paisaje hasta que hubieron transcurrido al menos unos cinco minutos.
Entonces pensé que tal vez si tenia algo en comun con ellos: No pensabamos lo mismo, no teniamos las mismas vidas, pero nuestras lágrimas saltaban igual, de alegría o tristeza, y el vello de nuestros brazos se alzaba exactamente de la misma manera.

Porque aunque no a todos nos vaya a gustar el trayecto hacia el que nos dirigimos mientras vamos en el tren, coincidimos al encontrar algo bueno por el camino.