No me gusta escribir relatos en primera persona, porque aunque los considero mucho más personales, esa es precisamente la característica que hace que los lectores te los atribuyan a ti. La gente se hace una imagen de ti mismo cuando lee algo que escribes. No puedes contar la historia de un asesino comenzando por “agarré un cuchillo y le clavé tres puñaladas” porque se imaginarán que hay alguien en tu vida hacia quien tienes odio y esa es tu forma de proyectarlo, o una historia de amor que contenga frases del tipo “siempre supe que estaba enamorada de el”, porque todo el mundo le pondría cara a tus sentimientos.
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