
La moral y la ética presumen de servir a la sociedad para que actúe según lo que es correcto . Para entender estos conceptos habría que extrapolarlos a los de objetividad y subjetividad.
La objetividad se entiende como aquello juzgado libre de criterios propios de cada persona, al contrario de la subjetividad, basada en opiniones personales influenciadas por la propia experiencia.
¿Pero quién decide lo que es o no objetivo? Nadie. Es un concepto que viene dado para calificar las acciones del ser humano de la forma más fría, y por tanto se supone acertada, posible. No existe la objetividad, porque es un concepto que viene dado subjetivamente.
Si tratamos de aplicar estos conceptos por extensión a la moral y la ética, encontramos que si la objetividad no existe, tampoco puede definirse lo que es o no moral o ético objetivamente.
Solo quedan la moral y la ética subjetivas. Los únicos que podemos decidir si algo está bien o mal somos nosotros. Y dada la gran variedad de opiniones y juicios, casi proporcional al número de personas que existen, queda como conclusión que cada uno puede hacer lo que le apetezca siempre que sea moral o ético, es decir con una buena razón justificada y fundamentada según su criterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario