domingo, 7 de noviembre de 2010

Bienvendo, Ratzinger

No creo en Dios.
No creo que haya alguien superior que nos maneje. Ni creo en el destino. No me gusta pensar que somos títeres. Que hagamos lo que hagamos vamos a terminar de la misma manera, sin poder hacer nada por evitarlo. Que no llevamos las riendas de nuestras vidas, porque hay alguen ahí para controlarnos. Que alguien juzga lo que hacemos bien o mal. Porque creo que todo es relativo. ¡y que sabe ese de ahi arriba, si es q existe, sobre los motivos que me impulsan a hacer algo "bueno" o "malo"! quizás no lo es desde mi punto de vista. Quizás soy dueña de lo que serán mis consecuencias y exclava de mis impulsos.
Quizás solo crea en la evolución y en las personas.
Quizás nisiquiera haya que creer en las personas.
Solo "estar" y "ser" en la medida en que uno es consciente.
Solo andar el camino que cada uno se trace.
Sabiendo que nadie le vigila.
Sabiendo que no hay cielo o infierno, como nos quieren hacer creer, bajo el mandato de quienes se hacen de oro a costa de inventadas creencias.
Solo principio y final.
Desde que abres los ojos hasta que los cierras por última vez, dando por finalizada tu misión entre el resto de los que como tu, también buscan motivos

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