lunes, 28 de julio de 2014

Premonición

Camina encorvada, a pasos lentos, ya no tan seguros como quiere hacer creer. En las comisuras de sus labios se adivinan sonrisas que un día le fueron robadas y en los ojos de otros las que ella regaló.
Tiene los lados de los ojos arrugados de tanto mirar al sol, que ciega a quien juega a echar batallas de aguantar miradas, algo apto solo para quien pueda asumir el fracaso de antemano y aún así quiera intentarlo. Suicidas de corazón.
Sus manos están secas, demasiado rocoso el terreno de camino a una cima que nunca tuvo segura. Es por eso que no lleva anillos, no adorna, no se hizo cirugía plástica en las cicatrices que lleva en el alma, las marcas de un tiempo que sabe que ya no volverá.
Tiene las piernas cansadas porque nunca fue de las que esperan sentadas, nunca le gustó pensar que algún día podría convertirse en ese tipo de gente que tacha los días en el calendario, aunque no espere nada. Sabe que cuando el tiempo se aprovecha, no existen horas ni días exactos. Solo pasa ante nosotros.
Se enamoró del sol de invierno, ese que alumbra y da calor en los días fríos y oscuros, pero aún así decidió seguir encendiendo hogueras, aunque el viento le hizo a menudo pagar un precio muy alto. Sólo quiso ser ella, aprender de las cenizas que quedaban mientras ese sol de enero la calentaba también desde lo alto. Ser ella, que no fue cosa fácil, e intentar que se le reconciliase la vida mientras la pasaba entre puertas de embarque.
Ahora mira a los demás sentada en su estabilidad, ve el brillo en sus miradas sedientas y llenas de ansia, las observa con los párpados pesados, que van cerrándose ahora después de tanto hacer el amor con las pestañas cuando le falló el corazón, y después de tantas guerras desde el balcón para que no la enterrase la arena. Ahora, por fin, observa la vida en calma. 

sábado, 19 de julio de 2014

Literatura

“Para las chicas de pelo revuelto y corazones sedientos”, empieza el libro que estoy leyendo. Supongo que una siempre elige la literatura que más se le acerque al corazón, que siempre busca refugio y entendimiento en cualquier tipo de arte. Tan sediento lo tengo yo, que me he bebido hasta el agua del mar y ahora necesito novelas en cantidad doble.
Lo difícil es encontrar historias que sacien de verdad... sobretodo historias de amor en los tiempos del cólera y en los nuestros también. Ni yo soy Fermina Daza ni nadie será Florentino Ariza cuando se trate de esperar toda una vida entre idas y venidas... total para al final descubrir que tu país puedes llevarlo de la mano, que lo que cuenta es compartir billete o cargar la maleta con todo lo que no vaya a doler después al mencionarlo, para así no tener que salir corriendo de ti mismo, de todo aquello que te parecía un acierto y quizás lo era pero, al romper el saco, lo convertiste en error. Porque todo puede transformarse, hasta lo abstracto. La libertad que ayer era una simple decisión sin previa consulta hoy es una tarde de domingo en un sofá verde, algo mucho más frágil, mucho más susceptible de perderse, porque tu límite está donde empieza el de los demás y es ahí donde la libertad escapa a tu control.