lunes, 6 de julio de 2015

Mr Tambourine man.

Que sorpresa verte, pasa, volveremos al pasado. Hacia tiempo que no te veía... podemos, si quieres, servirnos una copa de whisky con cola y hielo y dejar que las emociones hablen porque yo, la verdad, no se muy bien por donde empezar.
¿Recuerdas el ultimo consejo que me diste? Que mirase a las dificultades a los ojos para que sean ellas quienes escapasen de mi, que eso incomoda y tu ya sabes que salgo victoriosa en las guerras de aguantar miradas, casi siempre, eso si, mas por orgullo que por fuerza. Ganar es ganar de todas maneras... supongo.
Bajas la mirada, no pareces de acuerdo y no entiendo por que. Has llegado con la piel dorada, el clima del sur te sienta bien. Primera copa, me cuentas que te has casado. Lo había ya intuido por el anillo de oro de tu dedo anular. Así que es rico, es dueño de cuatro empresas avaladas por la propia monarquía, te sedujo con su buena educación, su manera de actuar discreta y sus planes de futuro, con olor a perfume caro.
Sigues bebiendo, tu sonrisa cada vez se atenúa un poco mas. Llega tarde, a veces no llega y te quedas mirando el teléfono como si no sospechases que esa noche no esta dedicada a ti. Llega un mensaje corto, sin vida, muestra la desgana de quien lo escribe, alguien que mantiene su cortesía por mandato de su ego pero desliza los dedos por el teclado por simple responsabilidad: “Hoy salgo”.
A la tercera copa me confiesas que sabes con quien, mas bien con quienes. Me dices que lo ves dormirse con sus nombres en los labios, que las noches en que llega tarde a casa no se acuesta a tu lado por no darte la razón. A ti, que siempre le dijiste que las cosas que deseabas te destruirían al final.
Suena de repente Bob Dylan en la radio y te acuerdas de que un día pudiste ser capaz de plasmar tu realidad con las manos. Dylan tocaba Mr Tambourine y reconociste el sonido de algo en común al entrar en aquella nueva realidad. Supongo que todavía no has podido salir. Olía a verano, a toallas con salitre y a tabaco de liar. Lo recuerdas bien, no era olor a perfume caro, te sentaste como quisiste aunque te advirtió que debías ponerte el cinturón, solo para ir segura. No escuchaste planes de futuro, ni actuó imitando a cualquier galán que intentara impresionarte. Te buscabas, te llevo y te encontraste.
No quería hablarle de ello pero ya que has sacado el tema, buscare la manera de contarle -en forma de de historia, de la unica manera que se y sin molestar demasiado- que todavía me hablas como si fuera el quien hubiera puesto las estrellas en el cielo.



1 comentario:

Unknown dijo...

Grande Sara! Mucha suerte en tu regreso. Sigue escribiendo cosas así, cuando te salgan. :**