domingo, 21 de junio de 2009

El teatro del tiempo

No se si por incoherencia o por falta de estilo. La cuestión es que si cambias de escenario, cambias de ambiente y personajes, pero no todos los actores encajan en la pluralidad de papeles que la vida les ofrece.
Se abre el telón. Te dispones a actuar en la obra teatral que tanto tiempo llevas preparando. Pero cuando se encienden los focos, la obra no es la que esperabas. Los personajes cómicos y centrados en sus papeles no dan cabida para la dramaturgia o cualquier otro tipo de narración.
Entonces descubres que ese teatro tan bien adornado, tan envidiado por aquellos que sólo alcanzan a verlo desde fuera, no tenía por dentro más que el vacío del que habías escapado.
Y descubres que las obras que mejor puedes representar son las que más tiempo llevas ensayando. Y que tu papel seguirá siendo el mismo. Y que no puedes, y sobretodo, no quieres cambiarlo.
Y descubres que lo que creías tener necesidad de llenar, ya lo estaba, que todo era un producto de tu mente, siempre exigente, incapaz de llenarse con lo que tiene delante.
Y al final, en un movimiento cíclico, el tiempo vuelve a su punto de partida.
Pero tu no eres el mismo. Y no sabes si serás capaz de volver a serlo. O de reconocer a las personas que te rodean porque eres tú quien ha cambiado.
Sólo sabes una cosa: has aprendido mucho, y de ahora en adelante, nada será lo mismo porque tus ganas de descubrir están más saciadas.
Y como un niño que abre los ojos por primera vez, ves lo que hay a tu alrededor. Y eres otra vez el director de tu propia obra.

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