Pongamos por caso un hombre que roba.
El robo es un delito y a este hombre, dependiendo del grado del hecho, le caería algún tipo de castigo. El robo está penado por la ley, y todos creemos que debe ser así.
Ahora bien. Imaginemos que mirando un poco más allá, descubrimos que lo ha llevado a cabo para dar de comer a sus hijos.
Tenemos dos cuestiones éticas y contradictorias. Tal vez siendo así habría que calificarlo un poco más de “causa justa”…
Pero asumamos ahora el papel de jueces y situémonos en el otro lado.
La ley ha sido inventada para poner límites a la naturaleza humana, frenar sus instintos y poner una barrera que controle sus acciones, de modo que lo que hagamos nos permita quedarnos dentro de nuestras libertades sin interferir en las de los demás.
Pero ¿Quién he establecido estos limites? Y sobretodo ¿Quién decide lo que es bueno o malo, moral o inmoral?
En un Estado de anarquismo corremos el peligro de ser invadidos por las libertades de otros. En uno liberal, por las de los gigantes. En uno socialista… ¿Por las del Estado?
Será que el ser humano, el más inteligente de la tierra, necesita ser dominado de alguna manera, y que nuestras elecciones estarán siempre coaccionadas por algún tipo de lider, tome la forma que tome. Tal vez porque es igual de necesario en todas las especies, porque no nos distinguimos tanto de las abejas que persiguen a la reina, o de las hormigas que se necesitan las unas de las otras para trabajar, o que necesitamos sentirnos protegidos por el jefe de la manada.
No creo que nos distingamos tanto del resto de animales, por mucho que nos empeñemos en afirmarlo, sin que haya una evidencia real de ello.
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