domingo, 10 de abril de 2011

"Nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos"

No creo en la suerte y ahora que he encontrado una explicación más lógica, mucho menos. Bueno, la explicación ya está patentada desde la Grecia Antigua en los tiempos de Aristóteles. No es la primera vez que creo desarrollar una teoría y encuentro que este señor ya se había hecho la misma paja mental varios miles de siglos atrás.
Hablo del principio de causalidad, ese por el que todo sucede por una razón. Todo se origina por una causa, que desencadena una serie de sucesos que desembocan en el hecho final.
Lo que he calificado, para mi orgullo personal (sin llegar a la egolatría porque seguramente habrá alguien que ya lo haya hecho antes), de original, ha sido su aplicación a la suerte.
Dada mi desocupación, espero que temporal, y para rebelarme a escondidas contra los dictados estatales, decidí adelantar mi edad de jubilación por un día e ir al bingo. Me gasté 20 libras y no gané nada, asi que tratando de buscar otra explicación al azar, llegué a la conclusión de que no fue eso lo que me hizo perder a favor de otros el dinero que había apostado.
En resumidas cuentas, el concepto puede condensarse definiéndolo como "serie de experiencias previas que han llevado a esa gente a encontrarse en una situación propicia para el hecho que algunos llaman suerte". Lo que hizo que esas personas se sentaran en la mesa en la que iba a ser repartido el boleto ganador, pudo ser, por ejemplo, que la mía estaba más lejos de la barra del bar, y según sus experiencias anteriores, decidieron sentarse en la otra más cercana, conscientes de que les causaría menos fatiga el sentarse allí a la hora de ir a por una copa en el descanso.

2 comentarios:

Pablo dijo...

Eso desgraciadamente es imposible del todo.

Unknown dijo...

Pon algo interesante, por favor.