Bouarfa parece, en principio, de ese tipo de ciudades que callan porque no tienen mucho que contar: habitantes enraizados por generaciones y sin más intenciones que la rutina diaria. Suele decirse que en la vida lo único que podemos dar por seguro es que el sol saldrá y volverá a ponerse, pero ese dicho no se aplica a donde yo me encuentro.
Camino por sus calles entre miradas voraces, como quien siente hambre por primera vez y no entiende aún de auto control. Y es que como a Bouarfa no llegan los turistas, una mujer occidental es caldo de cultivo para convertirse en portada de un periódico local que normalmente no ofrece más que el informe sobre el jardín del vecino.
Cuando
cae el sol, el color naranja de paredes, tejas y suelos, se funde con
los últimos rayos de luz y toda la ciudad se tiñe color atardecer.
Al
Magreb lo bautizaron así, crepúsculo,
y
no fue sin motivo. El primer anochecer debió caer aquí y contárselo
luego al resto, porque ahora sé que los demás eran lo que el eco en
mis oídos. Ensayos del sol para su muerte, cuya obra final se
proyecta en Marruecos cada día a las 17:45.
Pero
no toda la curiosidad que provocamos en los habitantes de Bouarfa
conlleva un rechazo. El mismo dependiente que nos vendía una botella
de agua por lo que se traduce en un euro, previa aprobación mediante
un guiño del encargado, se esfuerza ahora en pronunciar desde lejos
un enérgico “Salam!” para estar seguro de que hemos escuchado su
saludo.
-Vas
a dar clase de inglés a adolescentes-, me anunciaron hace un par de
semanas. Y quise tirarme de los pelos de antemano pensando en la
manera de lidiar con ellos.
Fui
a la clase con un tema preparado para que no me pillaran de sorpresa:
¿es la televisión una influencia? Y de repente, me di de bruces con
mis prejuicios e ideas anticipadas.
Los púberes rebeldes de mi imaginación, se convirtieron en chicos curiosos con pensamiento adulto. Me llevaron en volandas a través de una conversación sobre la globalización y el islam. - Ya que hablas de la influencia de la televisión, ¿creeis también en España que todos los musulmanes son terroristas?- Y la pregunta me abrió una puerta al entendimiento mutuo. Les hablé de la falta de fe, del vacío que a veces tenemos los que no creemos en nada, del miedo a lo desconocido y al choque entre culturas. Les dije incluso, que como en el islam, hay cristianos radicales y también simples creyentes.
Los púberes rebeldes de mi imaginación, se convirtieron en chicos curiosos con pensamiento adulto. Me llevaron en volandas a través de una conversación sobre la globalización y el islam. - Ya que hablas de la influencia de la televisión, ¿creeis también en España que todos los musulmanes son terroristas?- Y la pregunta me abrió una puerta al entendimiento mutuo. Les hablé de la falta de fe, del vacío que a veces tenemos los que no creemos en nada, del miedo a lo desconocido y al choque entre culturas. Les dije incluso, que como en el islam, hay cristianos radicales y también simples creyentes.
El
miedo que tenía antes de entrar se me fue cuando después de un rato
me di cuenta de que pasaban 20 minutos de la hora en que debíamos
terminar y estábamos sentados en corro, cada vez más cerca y la
conversación había transcendido a lo personal entre los “no está
bien besar a chicas en público o mostrar ganas de entrar en el
juego”.
-¿A
qué país irías primero?-
- A Suecia-
- A Suecia-
-
¿Por qué?
… silencio
y caras de pillería. - A ella puedes decírselo -, escuché por
detrás.
-
Nos gustan rubias y altas.
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